Datos del Libro:
Autor: Tomás José Riva.
Ilustrador: Osvaldo Disanto.
Correctora: Nelia Irma Curone de Mazzoleni.
Estudio poético: Graciela María Raffo.
Prólogo: Jalif Balmaceda.
Editorial: Ocruxaves.
Año: 1989.
Ejemplar de la Biblioteca D. F. Sarmiento de Cañuelas.
Reseña:
PRÓLOGO
Porque entendemos que la poesía sólo podrá salvarse documentando en un comienzo feliz toda su programación inmersa en la fe. Cuando la vocación del poeta mantiene su licencia congénita en un acercamiento con el arte de escribir determinando realizaciones fundamentales, que, mueven y conmueven las campanas evocando la panacea que intuye al sentimiento.
Cuando ya establecido, amparados por sus principios, juegan al artificio nominando la programación de sus funciones en una profunda metamorfosis creadora.
Cuando divagando a pleno sobre las variantes sensibilizadas, (en un mundo que tristemente se extingue), decimos que los versos flotan con calor y lineamiento, transnochando y vivando dentro de sus alternativas los paisajes universales, que hábil al canto, caen a la égloga fructuosa de lo sublime.
Cuando estamos mencionando establecer al hombre que se sitúa con la verdad y tal vez libre de ella, para anunciar con su expresivo lenguaje su auténtico patrimonio soñador y se vuelca a los cabildos ardorosos -en omnipotentes asambleas de coloquios ennoblecidos por un sensible don de patriarca.
Quién es Tomás José Riva-poeta-? Una causal encarnación estética solidificada por la constante adoración a la palabra. Instrumental torrente que se adueña del misterio proclamando con vivencia magistral la ortodoxia en su canto. En sus pasajes tramita la energía inspirada por su apostura invocando la tertulia fructífera que da el arte y se manifiesta diáfano al movimiento, implementado por sus poéticas propuestas.
Con firme pluralidad –leal su desvelo-, en ardua persecución busca generadores simplistas convirtiendo la utopía en cándidos reflejos reminiscentes. Riva no es el poeta que se refugia en lo placentero, en la transfiguración del escritor común ajustado a una parábola deleznable. Es el soñador que produce con fuerza y audacia la conjugación del pensamiento.
La narración que evoca dolor y también amor, transplantes de figuras amparadas en su potencia genital, demuestran su invariable posición de vibraciones, colocadas al servicio de sugestivos acordes, con realizaciones explícitamente conformados que rotularán definitivamente al canto. Con su amor telúrico, en proyección celeste, Riva lanza su destino a un hondo peregrinaje de sueño, compartiendo la trayectoria del envío con su metáfora vital. No es un trueque compatible de principios que podrían definir la belleza conjurada para instalar los altos comienzos -en las sensibilidades humanas. Porque él está dentro de los agudos valores de su encarnación asceta. En evidencia de principios de fe extraterrenal, induce a nomenclaturas célebres para infundir a su héroe los constantes tormentos.
Su visionaria calidad, viajera laudable de inusitado pensamiento, desliza su ecuanimidad dentro de las formas de una luz generada para determinar las fundaciones que se manifiestan en sus funciones y que narran con eventuales figuras sostenidas por las estaciones, tan pulcramente enunciadas y de un influjo cardinal plausible a sus principios elegíacos.
El don de ver las cosas con explendidez, especialmente dotado, aluden con tono ideal sus conjugaciones dando al devenir la influyente unidad de lo imprevisible.
A todo lo realizado, puso su candor, su figura en narraciones afectivas y audaces, compaginando la sensación con una guitarra de etéreo encordado, para deslumbrar con afables armonías las transfiguraciones hermosamente mágicas.
Dejemos por lo tanto, que Tomás Riva implante connotaciones generosas, salvando las vallas que hacen al esfuerzo creador con sus magníficas afluencias, por un incólume destino, la Poesía.
JALIF BALMACEDA
Mendoza, 1988
