Datos del Libro:
Autor: Horacio Peroncini.
Editorial: Impulso.
Año: 1973.
Ejemplar de la Biblioteca de la Escuela E.M. N°1 de Máximo Paz.
Reseña:
PRÓLOGO
Cuando mi amigo el poeta Antonino Requeni me sugirió que escribiera unas líneas a manera de prólogo para este libro póstumo de Horacio Peroncini acepté su propuesta espontáneamente. A pesar de haberlo tratado en muy pocas oportunidades, conocía su obra y sabía de su calidad.
Físicamente lo tengo bien presente: un hombre menudo, vestido de gris, tristemente risueño. Respetuoso y tímido, me daba la impresión de que siempre estaba buscando una puerta abierta para desaparecer.
Como dejo dicho, acepté sin titubeos la sugestión de Requeni, pero ya sobre la lectura total de los trabajos que forman el contenido de, "Las etapas del canto" me siento desoladoramente inhibido. A lo largo del tiempo muchas veces nos ha tocado volver a ver la imagen y la voz de algún amigo desaparecido en el cine, en la televisión O en la radio. Este milagroso retorno siempre me ha producido angustia, desconcierto y miedo. Un miedo hondo, crispante, cuyo verdadero sentido no me siento capaz de explicar.
Pero en el caso de Peroncini el desasosiego de que hablo se acrecienta, porque prescindiendo del ya difuminado recuerdo de su figura siento que me encuentro a solas, y frente a frente, con su espíritu, con el misterio revelado de su sensibilidad.
Claro que con frecuencia nos toca interiorizamos con el pensamiento de autores que han sido, pero en esta circunstancia la situación asume características distintas al descubrir, con una inquietante sensación de culpabilidad, que en vida no colocamos a Peroncini en el plano que sus méritos exigían. Probablemente por las lecturas apresuradas a que nos obliga la absorbente vivacidad de los días que corren.
Ahora nos enternece la detenida lectura de estos poemas. Por su capacidad de comunicación, por la magia sin artificios que le da grandeza a lo pequeño, por la brillante humildad con que describe el hogar y su familia; y por sobre todo, el recogimiento intimista de la ideas y el vocabulario sencillo, nunca simple, que emplea para cantarle a su barrio: baldíos, esquinas, calles, pájaros, en una minuciosa enumeración nostálgica, emocionalmente captada y sin embargo ceñida a las más exigentes disciplinas literarias.
"A veces pienso que estoy de paso
en un lugar extraño”.
Dice Peroncini en unos de sus poemas. No es así. Estuvo, vivió en el lugar, en el mundo que le correspondía. En el suyo. Lo sintió precisamente por eso. Y por eso pudo cantarlo. ¿De paso? Sigue estando. Ya para siempre.