(Capital Federal, 1915)

Horacio Peroncini nació en Capital Federal en 1915, donde conservó residencia (primero en Balvanera y después en Flores) durante toda su vida, pero a mediados de la década del ’50 encontró un solar de quietud para su carácter introvertido en “El grillo”, su vivienda en Vicente Casares, partido de Cañuelas. El poeta y guionista asturiano Joaquín Gómez Bas, lo describió: “Físicamente lo tengo bien presente: un hombre menudo, vestido de gris, tristemente risueño. Respetuoso y tímido, me daba la impresión de que siempre estaba buscando una puerta abierta para desaparecer”. Quizá por esto encontró en Vicente Casares su lugar en el mundo.

Poeta, narrador, ensayista y crítico, Peroncini ejerció también el periodismo en publicaciones de Argentina y Uruguay, especialmente en La Prensa. Gran parte de su obra se halla, aún hoy, dispersa en distintas publicaciones.

Si bien considerada lírica e intimista, su poesía encuentra plenitud en imágenes urbanas y suburbanas, tal lo muestra el poemario que aquí se digitaliza: Las etapas del canto (1973), aparecido en forma póstuma. Género en el que lo precedieron: Iniciales minúsculas (1951) y Tiempo y paisaje (1954).

“Los cuentos de Peroncini –muchos del género fantástico- se caracterizan por su notable poder de síntesis y su trazo seguro y rápido, que le permite en muy pocas palabras presentar y resolver muy vívidamente la situación narrativa”, escribió Fernando Sorrentino, quien lo antologó en Diecisiete cuentos fantásticos argentinos (Plus Ultra, 1978) y 38 cuentos breves argentinos (Plus Ultra, 1980).

A propósito de Habitantes de la ficción (1972) –el otro volumen digitalizado-, escribió María Elena Dubecq: “El estilo de este libro puede sintetizarse como un diagrama, asumirse como una curva. Se inicia con el enunciado breve que hace a la apertura del cuento y es como retener el aliento ante la expectativa. Horacio Peroncini utiliza este recurso para entregarnos la ceñida urdimbre del relato. Emplea las pausas, un regodeo anticipado que demora apenas el asombro del nudo suelto de repente, de la solución imprevista. La intriga se va dando de a poco, en una subida suave, peldaño a peldaño, hasta cortar como un salto la atención del lector. Aquí se cumple la definición de Horacio Quiroga: la trayectoria de una flecha, directo al centro”.

Póstumamente (1976) se lista otro libro de narrativa, Manolito, y otros cuentos.

Horacio Peroncini falleció en 1972. A su muerte, la viuda Mercedes Contreras se instaló definitivamente en Vicente Casares donde superó los 90 años de edad y trajo las cenizas de su esposo.

* Fotografía: Víctor Cuello (Peroncini posando junto a su esposa Mercedes en Vicente Casares).

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