Datos del Libro:
Autor: Eduardo Fernández.
Editorial: Tahiel ediciones.
Año: 2015.
Ilustraciones: Rodolfo Morfese.
Prólogo: Claudia Cortalezzi.
Ejemplar de la Biblioteca D. F. Sarmiento de Cañuelas.
Reseña:
PRÓLOGO
Al borde de tu infierno, leo.
Al borde de tu infierno, me repito tratando de abordar este prólogo desde el título.
Y también leo que Eduardo Fernández ha dicho por ahí que uno puede creer que camina y que giran las agujas del reloj, y no conseguir atrapar el tiempo. Porque —continúa explicando— sólo hará suyo ese observar, ese ir, si está sintiendo en lo profundo del corazón la llamarada implacable dela felicidad. Y lo dice refiriéndose a una felicidad lograda al conquistar el AMOR —así, con mayúsculas— que le permitirá vivir la vida.
Al borde de tu infierno.
Es como ver al poeta junto al infierno de alguien.
Paradójicamente, el paisaje de este infierno es la belleza. Pero también son protagonistas el encuentro, el abandono, la espera, el dolor. La proyección de la percepción de ese mundo de amor que es la poesía de Eduardo Fernández.
Y en el paisaje, el poeta observa el reverso oscuro del amor.
Le escribe al amor ausente destacando la importancia de la presencia. Una presencia que aparece concreta, real, física. Una presencia que al alejarse deja una herida que duele. 'Mi alma estalló en versos". Y el poeta aprende "Aprendí que no se juega" y "Desperté de pronto/aturdido/por el estruendo del silencio". Y se desangra, y grita "No has de saber lo que siento"; pero solo lo dice: no consigue ocultarlo, y escribe en la próxima estrofa del mismo poema "Porque la mirada sí habla". Y busca "Donde estás/que me duele el corazón/a gritos'. Y ruega "Hazme lugar en tus silencios". Y, ¿olvida? "He muerto/a los recuerdos/que guardaba sangrantes,/no quedan ya vestigios/de tus mezquinos pasos". Pero... ¿vuelve a enamorarse, o continúa con el duelo y el no-olvido? "No he de correr el riesgo/de llorar/ni decir/cuánto te quiero" y "Arden los recuerdos/llagas de memorias'.
Para este poeta, la presencia es un límite. A veces alcanzable, a veces inalcanzable.
Y ya por fuera de sus poemas, Eduardo Fernández confiesa: El Amor fue y será, tal vez, la mejor compañía para lograr el éxtasis vital en el encuentro de la felicidad.
Sus palabras tejen verdores, tejen ocasos.
Porque el encuentro llega -¡y es un encuentro tan pleno-, pero algo lo corrompe. Entonces la armonía se vuelve desarmonía. Y el poeta batalla por reconstruir el equilibrio. Por encontrar una respuesta.
Y se mete de lleno en la oscuridad, de la que se desprende un algo esencial que desde el fondo de un gesto cobra forma de voz. Una voz que ya no está, que ha dejado un silencio que aturde.
Escribe, en uno y otro libro -su primer poemario, Crepúsculo Robado; y este nuevo, Al borde de tu infierno- un único libro. Juntos son hebras de un mismo ovillo, que se enredan, se tensan, ceden; dejan sin aliento. Poemarios independientes que pueden englobarse en un libro mayor.
Acaso, Eduardo busca una respuesta definitiva para vivir esa felicidad ideal de la que hablaba antes.
Acaso cada desamor es la muerte, acaso escribe para habitar esa muerte. O para seguir viviendo, aunque vacío.
CLAUDIA CORTALEZZI
2015
